domingo, 14 de julio de 2013

La Triada de La Evolución del individuo


de Montalk


     
Ignorancia, rechazo y revelación... Son los tres estadios que recapitulan el sendero entre creer una mentira y captar la verdad.
 
Consideradlos como una secuencia de un problema-reacción-solución hacia los confines divinos.
 
  • Ignorancia
    La ignorancia es esencialmente la falsa creencia reforzada por la programación mental y emocional. Se entiende por ignorancia, la falta de voluntad de buscar una mayor comprensión. Esto puede venir de una falta de aplicación intelectual y/o ausencia de la intuición.


  • Rechazo
    El rechazo ocurre cuando, al vislumbrar todas las falacias del primer estadio, se queda uno conmocionado, perdiendo equilibrio y perspectiva. Este estadio necesita del intelecto, pero adolece de ausencia de intuición. El rechazo es tan solo la inversión lógica del primer estado, su imagen en negativo, por así decir.

     
  • Revelación
    La revelación es cuando se pueden ver los engaños del primer estadio, los defectos en el entorno del segundo estadio, y la verdad constructiva que se halla más allá de ambos. Esto requiere tanto del intelecto como de la intuición; el intelecto para ver las falacias, y la intuición para que el conocimiento intuitivo nos lleve a un nivel más elevado de comprensión.
     
La mayoría de personas no llega a trascender el primer estadio, y en lugar de eso existen como corriente principal de portavoces del Sistema de Control de la Matrix.
 
Muchos de ellos carecen de los chacras más elevados, por lo que son incapaces de llegar al estadio de revelación. Otros se hallan simplemente demasiado ocupados en la supervivencia del cuerpo y del ego para preocuparse en marear la perdiz o hacer olas.

Luego están los listos que despiertan del primer estadio.
 
Piensan que son lo suficientemente inteligentes para ver las imperfecciones en alguna institución principal o en algún sistema de creencias. Quienes se quedan anclados en el rechazo tienden a zambullirse en el cinismo, el escepticismo y la negatividad, porque toda su energía está dedicada a arrancar las malas hierbas en lugar de en plantar semillas. Es, en efecto, la imagen en negativo.

Durante este segundo estadio las personas se encuentran conmocionadas emocionalmente y frustradas, lo que les hace vulnerables. Lo impactante puede aturdir al intelecto y hacer que adopte un punto de vista inmaduro binario del tipo de que si algo es falso, entonces su opuesto lógico debe ser verdad.
 
Por ejemplo, quienes despiertan de las mentiras del catolicismo, pero se quedan inmovilizados en el segundo estadio, tanto pueden convertirse en furibundos ateos como en satanistas, cambiando una estupidez por otra.

En el tercer estadio es cuando se ha dado la vuelta a todo el círculo.
 
Los ateos pueden creer de nuevo en una deidad superior, pero que no se parezca en nada a lo que ha sido divulgado por las principales corrientes religiosas. Aquellos que rechazaron la superficialidad, ingenuamente positiva, de la Nueva Era en favor de una “objetividad” cínica, pueden creer de nuevo en el valor de la positividad, pero en esta ocasión sólo cuando está unida a una conciencia despierta.

Estos estadios son por tanto tres puntos en una espiral helicoidal en la que recorrer la totalidad de sus 360 grados nos deja en el inicio del próximo giro, pero un punto más elevado.
 
Se empieza en el grado 0, la ignorancia, se corre tontamente hacia el punto opuesto a 180 grados, el rechazo, y luego se completa el ciclo de 360 grados, la revelación. Esto es la ascensión, la elevación cíclica de la conciencia a través de manifestaciones cada vez menos distorsionadas del mismo arquetipo.

Para aquellos que poseen mentes en dos dimensiones, 360 grados son 360 grados, y los elementos que se derivan de la revelación les parecen tan sin sentido como los elementos que se hallan enlodados en la ignorancia.
 
Por eso es que se dice que el Buscador recorre el Camino del Loco. Quienes tienen sabiduría son vistos como locos por cualquiera que, obstinadamente, ocupe una posición de rechazo en los 180 grados.

Desgraciadamente la mayoría de la humanidad está contaminada con una visión de la realidad en dos dimensiones y binaria, y eso les hace totalmente vulnerables al Sistema de Control.
 
El mal tiene dos brazos... si te alejas de uno pero te quedas cerca del otro, te dará un zarpazo con el otro.
 
La desinformación toma muchas formas, pero en general cae en dos categorías principales:
  1. La programación directa de quienes se hallan en el primer estadio, y
  2. La distracción y captura de quienes se hallan en el segundo estadio.
Para los intelectuales, la desinformación requiere asociar el tercer estadio con el primero, debido a su similitud angular, y luego descartar el tercero junto con el primero, colocando su opuesto angular, el estadio de rechazo, en el pedestal.
 
Cualquier mentira puede ser vendida como verdad cuando se la compara con los defectos - deficiencias - de otra mentira.

No hay probabilidades de subir por la espiral si no se llega a completar el círculo completo. Desde luego, esto es lo que quiere el Sistema de Control. Completar demasiados círculos en espiral podría sacar a la gente de la prisión.
 
Por eso es que se mantiene a las personas en los puntos de 0 grados a 180 grados, o de una dicotomía falsa donde las haya. Ascender por la espiral puede suceder únicamente cuando se utilizan tanto la cabeza como el corazón, (el intelecto y la intuición).
 

No basta con ver qué está equivocado en lo viejo, lo mejor es que la revelación interior debe también abrirnos los ojos a lo nuevo. 

sábado, 25 de agosto de 2012

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

LA EDUCACIÓN PROHIBIDA

http://www.youtube.com/watch?v=-1Y9OqSJKCc&feature=player_embedded

PELICULA  RECOMENDADA


¡DESPERTAR!
Tras ver esta cinta, recomiéndela a maestros, directores de colegios y escuelas. También, difúndala a cuantos pueda.

Estas iniciativas basadas en el Amor y la Expansión solo pueden acelerar el proceso para derrotar a las fuerzas retrógradas que fomentan el miedo y el control.

lunes, 29 de agosto de 2011

Cómo medir la moralidad: Una comparación de los sistemas éticos

Introducción

Al evaluar los sistemas éticos, podemos perdernos en un laberinto de sistemas, detalles y terminología. Este tipo de argumentación no lleva a ningún lado, arroja poca luz sobre el tema y polariza a las personas en campos opuestos. Una forma útil de analizar este tema es hacer una pregunta básica que dejará en claro los supuestos que subyacen en los distintos puntos de vista. Esa pregunta podría formularse de la siguiente forma: “¿Qué hace que una acción sea buena o mala en este sistema?”.

Relativismo cultural

Cuando se hace la pregunta: “¿Qué hace que una acción sea buena o mala?”, una categoría de respuesta será: “La cultura”. Es decir, la cultura determina lo que está bien y lo que está mal; todo lo que un grupo cultural apruebe, está bien, y todo lo que el grupo desapruebe, está mal.
Esta es la posición ética conocida como relativismo cultural. Hay varios ingredientes clave que constituyen este punto de vista.
1. Cultura y costumbre – En el relativismo cultural, las normas morales son el resultado de la historia y la experiencia común del grupo que, con el tiempo, se convierten en formas de creencia y acción incorporadas a la cultura; por ejemplo, usos, buenas costumbres, costumbres tradicionales.
2. Cambio – Dado que las experiencias del grupo cambian con el paso del tiempo, entonces las costumbres cambiarán, naturalmente, como reflejo de estas nuevas experiencias.
3. Relatividad – Lo que está bien (normal) en una cultura puede estar mal (anormal) en otra, ya que diferentes formas de moralidad evolucionaron en diferentes lugares como resultado de diferentes experiencias de adaptación cultural. Por lo tanto, no hay principios fijos o absolutos.
4. Conciencia – El relativismo cultural sostiene que nuestras conciencias son el resultado de nuestra formación en la infancia y las presiones de nuestro grupo o tribu. Nuestras conciencias han sido entrenadas para decirnos lo que nuestra cultura quiere que nos digan.

Una evaluación del relativismo cultural

Al intentar evaluar el relativismo cultural, algunas cosas deben quedar en claro.
Primero, es bastante obvio que hay muchas cosas que todos podemos aprender de otras culturas. Ninguna cultura tiene el monopolio de la sabiduría, la virtud o la racionalidad. Segundo, solo porque tal vez hagamos las cosas de cierta forma no significa que nuestra forma sea la mejor o la forma más moral de hacer aquellas cosas.
Habiendo dicho esto, sin embargo, hay algunos problemas que enfrenta el relativismo cultural. Primero, no alcanza con decir que la moral se originó en el mundo y que está evolucionando constantemente. El relativismo cultural necesita contestar cómo el valor se originó del no valor; es decir, ¿cómo surgió el primer valor?
Segundo, el relativismo cultural parece sostener como valor esencial que los valores cambian. Pero, si el valor mismo de que los valores cambian es invariable, entonces esta teoría afirma como un valor invariable que todos los valores cambian y progresan. Por lo tanto, la posición se contradice a sí misma.
Tercero, si no hay valores absolutos que existan transculturalmente o externamente al grupo, ¿cómo podrán llevarse bien las diferentes culturas cuando chocan los valores? ¿Cómo deben manejar este tipo de conflictos?
Cuarto, ¿dónde obtiene el grupo, la tribu o la cultura su autoridad? ¿Por qué no pueden los individuos asumir esa autoridad?
Quinto, la mayoría de nuestros héroes y heroínas han sido personas que fueron valientemente contra la cultura y justificaron sus acciones al apelar a una norma superior. Según el relativismo cultural, este tipo de personas siempre está moralmente equivocado.
Finalmente, el relativismo cultural supone la evolución física humana así como su evolución social.

La ética de la situación

Al formular la pregunta: “¿Qué hace que una acción sea buena o mala?”, otra respuesta que uno escucha es que “el amor” es el principio determinante. Esta es la base de la ética de la situación, un sistema popularizado por Joseph Fletcher.

Tres tipos de ética de la situación

Fletcher cree que hay tres enfoques para tomar decisiones morales. La primera es la que llama “legalismo”, que define como “reglas y normas”. Él rechaza este sistema porque se preocupa más por la ley que por las personas.
Fletcher dice que el segundo enfoque de la moralidad es el antinomianismo, que significa “contra la ley”. Los antinomianistas rechazan toda regla, ley y principio con relación a la moralidad, y no ven ninguna base para determinar si las acciones son morales o inmorales. Fletcher rechaza el antinomianismo porque no considera las demandas del amor.
La tercera opción, que es la opción personal de Fletcher, es el situacionismo. Suele llamarse ética de la situación, o nueva moral. Está a favor de un camino medio entre el legalismo y el antinomianismo.

Las tres premisas del situacionismo

La primera premisa del situacionismo es que el amor es el único árbitro de la moral en cualquier situación. Esto significa que, bajo ciertas condiciones, hacer una cosa con amor podría requerir que quebrantemos las reglas o mandamientos de la moral porque son solo contingentes, en tanto que el amor es el absoluto invariable.
Segundo, el situacionismo sostiene que el amor debería definirse en términos utilitarios. Esto significa que una acción, para ser hecha verdaderamente con amor, debe ser juzgada según si contribuye o no al mayor bien para la mayor cantidad de gente.
Tercero, el situacionismo se ve forzado a aceptar el punto de vista de que el fin justifica los medios. El problema aquí es que el fin en mente suele ser elegido arbitrariamente por la persona que actúa. Esta postura, por supuesto, abre la puerta a todo tipo de brutalidad y abuso.

Críticas al situacionismo

El sistema ético conocido como situacionismo está sujeto a varias críticas serias. La primera es que el amor, según lo define Fletcher, no sirve para tomar decisiones morales porque todos podrán tener una opinión diferente de lo que es hacer algo con amor o sin amor en una situación dada. Lo cierto es que el amor, sin un contenido ético, no tiene sentido y, sin reglas, (o principios, o mandamientos) el amor es incapaz de dar ninguna guía para tomar decisiones morales. De hecho, no es el amor el que guía muchas de las decisiones de Fletcher para nada, sino las preferencias personales preconcebidas.
Una segunda crítica del situacionismo es que, en un sistema moral basado en las consecuencias de nuestras acciones, tenemos que poder predecir aquellas consecuencias de antemano si queremos saber si estamos actuando moralmente o no.
Podríamos comenzar con las mejores de las intenciones, pero si nuestra predicción de las consecuencias deseadas no se cumple, hemos cometido un acto inmoral, a pesar de nuestras buenas intenciones. Y ahora comenzamos a ver la enormidad del dilema del situacionista: (1) calcular la miríada de resultados posibles para cada una de las posibilidades éticas antes de tomar las decisiones necesarias, y luego (2) escoger el mejor de los cursos de acción. Este tipo de cálculos son imposibles, con lo cual hacen que la vida moral sea imposible.

Naturalismo y conductismo

Cuando se le formula la pregunta: “¿Qué hace que una acción sea buena o mala?” al naturalista, la respuesta que uno recibe es: “Todo lo que es, está bien”. Para ver cómo llegamos a este punto, debemos analizar cómo surgieron el naturalismo y el conductismo como reacción al dualismo.

Las dificultades del dualismo

La filosofía del dualismo sostiene que hay dos sustancias principales en el universo: la materia y la mente (o el alma y el espíritu). Estas dos sustancias se corresponden con el aspecto material e inmaterial de la vida y la realidad humana. Esta creencia va tan atrás como Platón, y es compatible con la cosmovisión cristiana.
Cuando apareció Descartes, adhirió al concepto de que la materia y la mente (o espíritu) son diferentes, pero con el tiempo llegó a aseverar que la materia y la mente (espíritu) son tan distintos que no tienen ninguna propiedad en común y no pueden influenciarse mutuamente. Esto llevó a lo que se conoce como el problema de la mente-cerebro, a saber: si la mente y el cuerpo (materia) no pueden interactuar, ¿cómo explicamos el hecho que la mente parece afectar al cuerpo y que el cuerpo parece afectar la mente?

El naturalismo se hace popular

Mientras los filósofos y científicos reflexionaban sobre este dilema, las implicaciones crecientes del descubrimiento de la ley de gravedad por Newton parecieron complicar aún más las cosas. Dado que la observación y los cálculos matemáticos revelaban que todos los cuerpos (incluyendo los cuerpos humanos) están sujetos a las mismas leyes, aparentemente inquebrantables, la existencia de la mente (o espíritu) se volvió cada vez más difícil de sostener. En consecuencia, algunos filósofos pensaron que era mucho más simple pensar en una única sustancia en el universo.
Por lo tanto, el dualismo (que significa dos sustancias: materia y mente) perdió atractivo popular y el naturalismo o materialismo (que significa una sola sustancia, la materia) cobró importancia. Si hay solo una sustancia en el universo, entonces todas las partículas de materia están interrelacionadas en una secuencia causal, y el universo –incluyendo los humanos debe ser una gigantesca computadora controlada por fuerzas físicas ciegas. En consecuencia, según el naturalismo, los humanos son meros engranajes de la máquina. No podemos actuar sobre el mundo; más bien, el mundo actúa sobre nosotros. En un mundo así, la mente no es más que el subproducto del cerebro, así como el murmullo es un subproducto del arroyo. Por lo tanto, la libertad es una ilusión y, en rigor, no existe moral alguna.

Conductismo

El conductismo surgió del naturalismo, y es una extensión de él. Una forma de conductismo se denomina sociobiología, una teoría de que la moral está arraigada en nuestros genes. Es decir, todas las formas de vida existen exclusivamente para servir los propósitos del código de ADN. Según la sociobiología, la fundamentación última de la existencia de una persona es la preservación o el progreso de los genes de esa persona.
La forma de conductismo más conocida viene de B. F. Skinner. Él dijo que somos lo que somos en gran parte por nuestro entrenamiento y condicionamiento ambiental.

Evaluación del conductismo

Cuando recordamos que ambas formas de conductismo están fundadas en el naturalismo, las implicaciones son las mismas: el hombre es una máquina; todas nuestras acciones son el producto de fuerzas que están más allá de nuestro control, y no poseemos ninguna dignidad especial en el universo. Por lo tanto, en realidad el conductismo no propone una teoría de la moral sino que termina en la antimoral.

Ética emocional

En el pensamiento ético moderno, se ha dado una respuesta inusual a la pregunta: “¿Qué hace que una acción sea buena o mala?”. La respuesta es: “Nada es literalmente bueno o malo: estos términos son simplemente la expresión de la emoción y, como tales, no son ni verdaderos o falsos”. Esta es la respuesta de la ética emocional.
Esta teoría de la moral se originó con David Hume y su creencia de que el conocimiento está limitado a las impresiones de los sentidos. Más allá de las impresiones de los sentidos, nuestro conocimiento no tiene fundamento. ¿Qué diferencia hace una teoría como ésta? Convierte a toda conversación sobre Dios, el alma o la moral en un imposible, porque el verdadero conocimiento está limitado a los fenómenos observables por nuestros sentidos físicos. La discusión de fenómenos no observables por nuestros sentidos físicos se considera como algo que pertenece al mundo de la metafísica, un mundo que no puede ser tocado, sentido, visto, oído u olido.
¿Qué podemos saber si nuestro conocimiento está limitado a nuestra experiencia de los sentidos? Hume decía que todo lo que podemos conocer son cuestiones relacionadas con hechos. Solo podemos hacer afirmaciones verificables objetivamente, como: “Ese cuervo es negro” o “El libro está sobre la mesa”. Por otra parte, no podemos, en su sistema, hacer afirmaciones como: “Robar es malo”. Ni siquiera podemos decir: “El asesinato es malo”. ¿Por qué? Porque el concepto de “malo” no es una observación objetiva y no puede ser verificado empíricamente. De hecho, es una afirmación que no tiene sentido, y es meramente una expresión de la preferencia personal. En realidad, solo estamos diciendo: “No me gusta robar” y “Me desagrada asesinar”. Está en la categoría de decir: “Me gustan los tomates”. Otra persona podría decir: “No me gustan los tomates”, sin que haya una contradicción objetiva, porque solo es una afirmación de dos preferencias personales diferentes.
En resumen, la ética de la emoción sostiene que es imposible tener una discusión racional sobre la moral. Esto se debe a que las afirmaciones éticas no pueden ser analizadas, porque no cumplen con los criterios de las afirmaciones científicas; es decir, no son afirmaciones de observación. Por lo tanto, en el emotivismo, todas las acciones son moralmente neutrales.

Una evaluación del emotivismo

Pensándolo bien, el emotivismo es menos devastador de lo que parece a primera vista. Para empezar, los emotivistas nunca pueden decir que otro sistema ético está errado; solo pueden sugerir que no les gusta o prefieren otros sistemas. De igual modo, no pueden decir que deberíamos aceptar sus puntos de vista. El emotivisimo, por lo tanto, nos permite –de acuerdo con sus propios principios rechazar esta teoría.
Segundo, a menos que los emotivistas brinden algún criterio racional para tomar decisiones morales, deben permitir la anarquía moral. Su única objeción a la moral terrorista sería: “No me gusta”.El emotivista, en consecuencia, queda sin ninguna razón para juzgar u oponerse a un dictador o a un terrorista.
Tercero, la tesis del emotivismo de que la discusión racional de la moral es imposible es falsa. Su supuesto de que las únicas pronunciaciones significativas son afirmaciones de observación objetiva es una de las fallas filosóficas básicas del emotivismo, ¡y no puede ser verificada objetivamente! No encaja en el modelo de “el cuervo es negro” propuesto por los emotivistas mismos. La moral queda abierta a la discusión racional. Las limitaciones arbitrarias del emotivismo al lenguaje no pueden sostenerse.

Absolutos tradicionales

Anteriormente consideramos cuatro sistemas de ética –relativismo cultural, situacionismo, conductismo y emotivismo– que, de una forma u otra, se autodestruyen, destruidos finalmente por sus propios principios, arbitrariamente escogidos.
Ahora debemos reexaminar la ética tradicional: la ética judeocristiana, basada en la revelación, es decir, la Biblia.
1. La revelación moral de Dios está basada en su naturaleza.
Dios está aparte de todo lo que existe, está libre de toda imperfección y limitación, y es su propia norma. No existe ninguna regla moral fuera de Él. La santidad, la bondad y la verdad y, por cierto, toda la moral bíblica, están arraigadas en la naturaleza de Dios.
2. El hombre es un ser moral único.
El cuadro bíblico de la humanidad difiere marcadamente de las versiones humanistas de la humanidad. Solo nosotros fuimos creados a la imagen de Dios y poseemos al menos cuatro cualidades que nos distinguen de los animales: personalidad, capacidad para razonar, naturaleza moral y naturaleza espiritual.
3. Los principios morales de Dios tienen continuidad histórica.
Si la revelación moral de Dios está arraigada en su naturaleza, está claro que esos principios morales trascenderán al tiempo. Si bien las órdenes específicas podrán cambiar de una época a otra, los principios se mantienen constantes.
4. La revelación moral de Dios tiene valor intrínseco.
Las normas de Dios, así como las leyes de la naturaleza, tienen consecuencias incorporadas. Así como tenemos que tratar con las leyes de la naturaleza, con el tiempo tendremos que tratar con las consecuencias de violar las normas de Dios, a menos que pongamos nuestra fe en Cristo junto con volverse en arrepentimiento de las vanidades, que asumió las consecuencias de nuestra desobediencia por medio de su muerte en la cruz o madero te tormento.
5. La ley y el amor están armonizados en las Escrituras.
En la revelación bíblica, el amor y la ley no son mutuamente excluyentes, sino están armonizados. El amor cumple la ley. Si amamos a Dios, querremos guardar sus mandamientos.
6. La obediencia a la ley de Dios no es legalismo.
La Biblia habla fuertemente contra el legalismo, ya que la moral bíblica es mucho más que la obediencia externa a un código moral. Nadie puede cumplir con las normas de Dios sin el poder del Espíritu Santo, que lo capacita para hacerlo, porque somos juzgados por nuestras actitudes y motivaciones, y no solo por el desempeño externo.
7. La revelación moral de Dios fue dada por nuestro bien.
Si bien a corto plazo puede parecer a veces que las normas bíblicas son demasiado restrictivas, podemos estar seguros de que ese tipo de directivas son para nuestro bien, debido al amor de Dios por nosotros. Después de todo, a largo plazo Dios tiene el mejor criterio, ya que por su omnisciencia puede calcular todas las consecuencias.
8. Las excepciones a la revelación de Dios deben tener una sanción bíblica.
La moral bíblica no está basada en calcular las consecuencias, ya que solo Dios puede hacer eso perfectamente. Nuestra responsabilidad es obedecer; la de Dios, encargarse de las consecuencias.
9. El "debería” no siempre implica el “podría”
Según la Biblia, no cumplimos –y no podemos cumplir- con lo que sabemos que está bien. Sin embargo, Dios no se burla de nosotros, porque nos dejó una salida. Hizo planes para nuestras debilidades y fracasos, porque la muerte de Cristo en la cruz o madero de tormento por nosotros satisfizo sus requisitos morales.
Entonces, ¿qué hace que una acción sea buena o mala? La respuesta es: la voluntad revelada de Dios en la Biblia.

Cómo reparar la brecha ética


En este ensayo hemos estado hablando del peligro de tratar de establecer un sistema ético fuera de la necesidad de Dios.
Hace poco, una editorial del Dallas Morning News, escrito por Al Casey, que llevaba por título: “Nuestro fundamento ético necesita ser reparado”. (6) Al enfatizar la necesidad de tener normas éticas elevadas, el Sr. Casey citaba al famoso misionero médico, el Dr. Albert Schweitzer: “La ética es la preocupación por el buen comportamiento . . . una obligación de considerar no solo nuestro bienestar personal sino también el de los demás y el de la sociedad humana como un todo”. (7)
Esto es muy cierto, pero hay una norma aún más alta que lo que podríamos considerar el bien de la sociedad humana. Y solo Dios puede fijar esa norma. Anteriormente, mencionamos algunas atrocidades increíbles que fueron cometidas por la profesión médica alemana “por el bien de la sociedad”.
Hay un viejo dicho que dice: “El camino al infierno está empedrado con buenas intenciones”. Los seres humanos, librados a su propio arbitrio, solemos comenzar con buenas intenciones pero, de alguna forma, sin una guía superior y corazones obedientes, perdemos el camino.
Al Casey se acercó muchísimo a la verdad cuando citó al profesor Alexander Tytler, de la Universidad de Edinburgh:
De la esclavitud a la fe espiritual.
De la fe espiritual a la gran valentía.
De la valentía a la libertad.
De la libertad a la abundancia.
De la abundancia al egoísmo.
Del egoísmo a la complacencia.
De la complacencia a la apatía.
De la apatía a la dependencia.
De la dependencia nuevamente a la esclavitud. (8)
Un consenso de normas éticas sin la supervisión de Dios se erosionará con el tiempo. El poder comienza a tomar control en la determinación de nuestras acciones. Los gobiernos hoy, están controlados en su mayor parte, por grupos de intereses especiales que pugnan por lograr influencia.
El Sr. Casey lo expresó correctamente: “En forma alarmante, Estados Unidos y muchas otras naciones se han vuelto complacientes, (cursivas nuestras)una nación habitada por personas preocupadas sólo por sus propio bienestar”. (9)
Pero no necesitamos solamente un código de ética, por más importante que sea; tenemos que volver a poner a Dios en nuestras vidas. Necesitamos someternos a su liderazgo en nuestras vidas, reconocer que sólo el Dios que nos creó sabe lo que nos conviene y sólo Dios puede revelarnos las normas éticas que en última instancia nos pueden dar la paz que buscamos tan desesperadamente.
¿Cómo lo logramos? Comienza con su libro, la Sagrada Biblia. Dios ha detallado algunos principios bastante claros sobre cómo tratar a los demás. ¿Amamos a los demás como nos amamos a nosotros mismos? Eso no es tan fácil cuando todos los que nos rodean viven la ética relativista del poder. La verdadera fuerza del cristianismo nunca ha sido el uso de juegos de poder para conquistar al mundo. Desde las Cruzadas de la Edad Media a la mayoría moral de la última década, los esfuerzos de los políticos por usar el poder político o económico para promover el reino de Dios han sido cuestionables, si no desastrosos.
 El verdadero poder del cristianismo genuino siempre ha sido vivir en plena armonía con la Palabra de Jehováh y mantener una integridad ética y moral en medio de un mundo obsesionado por la auto exaltación de sus valores.
 Notas:
1. Theodore Schick, Jr., "Morality Requires God . . . or Does It?," Free Inquiry (Summer 1997), pp. 32-34.
2. Timothy J. Madigan, "The Virtues of 'The Ethics of Belief,'" Free Inquiry (Spring 1997), pp. 29-33.
3. Leo Alexander, Medical Science Under Dictatorship (Flushing, N.Y.: Bibliographic Press, 1996), p. 9.
4. Ibid.
5. Maccaro, James A., "'From Small Beginnings:' The Road to Genocide," The Freeman (August 1997), pp. 479-81.
6. Casey, Al, "Our ethical foundation needs repair," Dallas Morning News, Sunday, 27 July 1997, p. 6J.
7. Ibid.
8. Ibid.
9. Ibid.

De una rajadura en un dique a una inundación en el valle


Intelectuales como Nietzche, Spinoza y Tillich, y muchos otros que los han seguido, han intentado crear una sociedad sin Dios, una sociedad libre para crear su propio sistema ético, sin las limitaciones de los mandatos dados por Dios.
¿Qué podemos esperar si estos líderes logran que gane terreno su modelo para un sistema de ética que no necesita de Dios?
Un ejemplo interesante podría ser la historia de la profesión médica en Alemania durante el régimen nazi. Se supone que esta profesión es protectora de la vida humana. El Juramento Hipocrático, que data de los egipcios, fija las normas más elevadas de confianza para quienes se dedican a esta profesión honorable.
¿Cómo llegó a convertirse la profesión médica de Alemania en nada más que un instrumento de muerte en manos de los nazis? Primero, la perspectiva que uno tiene de la naturaleza del hombre tuvo que cambiar de la de un ser espiritual a la de un ser puramente físico, sin ningún valor más allá del que la sociedad le asigna a un individuo. A través de años de atacar la moral tradicional y las verdades bíblicas, el pueblo alemán comenzó a ver a la humanidad por los ojos de filósofos alemanes como Nietzche y Heidegger. Estos hombres veían a la humanidad estrictamente como carne y sangre, solo diferentes de los animales en su progresión, y no en su naturaleza básica. (3)
Una vez que la población alemana en general y la profesión médica en particular aceptaron una forma de vida colectivista-autoritaria, estaba todo listo para usar la profesión médica para lograr los propósitos del Tercer Reich.
El holocausto nazi comenzó con un desplazamiento sutil de actitud que juzgaba el valor de las personas basándose en su relación costo/beneficio para el estado. Primero, comenzó con la esterilización y la eutanasia de las personas con severas enfermedades psiquiátricas. Pronto todos los que tenían enfermedades crónicas estaban siendo exterminados. No pasó mucho tiempo antes que todos los pacientes que habían estado enfermos por cinco o más años o eran incapaces médicamente de trabajar y con pocas probabilidades de recuperarse fueran transportados a centros de exterminio. Lo que comenzó como “muertes piadosas” en raros casos de enfermedad mental extrema pronto se amplió a una exterminación en masa en una escala sin precedentes. En poco tiempo, todos los que no podían trabajar y fueron evaluados médicamente como incapaces de ser rehabilitados fueron muertos. (4)
La profesión médica alemana entonces comenzó a usar partes del cuerpo humano para investigación médica, y esto llevó a los espantosos “experimentos humanos terminales”, en los que personas vivas eran usadas en experimentos médicos. (5)
Todo comenzó con la idea de que los seres humanos pertenecen a la sociedad y al estado. Según este punto de vista, si alguien es una carga para la sociedad y el estado, es lógico concluir que su vida no vale la pena ser vivida. A partir de la primera decisión de dar muerte a pacientes mentales gravosos, una cadena de sucesos siguió finalmente llevando a la muerte a la mayoría de los judíos de Europa, junto con millones de otros “indeseables”.
Si no creemos que fuimos creados por Dios, sino simplemente animales altamente evolucionados y si creemos que solo debemos rendir cuentas a la sociedad, entonces no tiene límite la depravación a la que podemos llegar en nuestra búsqueda de justificar nuestras acciones. La corrosión de la moral comienza en proporciones microscópicas, pero si no es controlada por una norma externa a nosotros seguirá hasta que la corrosión haga desaparecer el fundamento mismo de nuestras vidas, y nos encontramos hundiéndonos en un mar de relativismo.

La ética de la creencia


Estamos discutiendo argumentos para remover a Dios de los sistemas éticos de moralidad. Muchos están tratando de formular una plataforma ética que está desprovista de toda necesidad de Dios.
Hemos considerado previamente un enfoque basado en la idea de que la necesidad de un legislador divino es arbitraria e insostenible.
Otro argumento, también basado en el naturalismo científico, sostiene que es inmoral tener una creencia para la que uno no tiene ninguna evidencia. El problema es que los que sostienen esta teoría son naturalistas y, por lo tanto, limitan automáticamente toda evidencia a lo que es naturalista, es decir, lo que puede ser probado científicamente. Para tales personas, poner alguna confianza en lo metafísico es una necedad.
Para estos naturalistas, todos los seres humanos nacemos con un sentido moral que se convierte en un hábito de virtud al practicar la camaradería y trabajar en nuestras luchas comunes. Es simplemente el resultado de un instinto social que nace dentro de nosotros.
Este es un enfoque muy evolucionista del conocimiento y la ética, que considera que los enfoques teístas son hipótesis fuera de moda. El discurso científico es visto como una alternativa a la fe. (2)
Como cristianos, reconocemos que el hombre es más que simplemente algo material; tenemos mucho más en nosotros que el cuerpo físico. Vemos esto en nuestra capacidad de tomar distancia mentalmente y evaluar nuestras vidas, nuestra capacidad de distinguir el bien del mal, y nuestra conciencia de nosotros mismos y nuestra personalidad, que nos hacen únicos con relación al resto de la creación de Dios.
Gracias a nuestra perspectiva cristiana, nos interesan no solo las evidencias físicas de las realidades de la vida sino también las evidencias metafísicas. Por ejemplo, tenemos este libro que se llama la Sagrada Biblia. Obviamente, es de naturaleza física, porque podemos sostenerlo, sentirlo y leerlo. Pero, ¿hay evidencia válida de que este libro contiene un mensaje de Dios? Sí; de hecho, hay incontables otros libros escritos que afirman que hay, en las páginas de la Biblia, un mensaje metafísico del Creador del universo. El testimonio histórico de las edades nos da una confirmación que nos satisface de que este libro es la comunicación misma de Dios para nosotros. ¿Podemos comprobarlo con experimentos científicos? No. Pero hemos experimentado incontables testimonios y evidencias de que este libro es más que solo físico en su naturaleza.
Como cristianos, no debemos permitir que el reduccionismo de este tiempo elimine lo metafísico en el diálogo ético. Debemos usar la verdad de la Palabra de Dios atrevidamente. No hace falta que defendamos la Biblia, porque ella se defiende sola. Solo necesitamos usarla y vivirla para demostrar la realidad de Dios en nuestras vidas y demostrar el poder de nuestras vidas cambiadas.
Cuando al hombre se le permite verse solo como un animal, controlado por instintos innatos o adquiridos, se convierte en una persona centrada en sí y en el poder. Todo se convierte en una cuestión de poder para ser lo que quiere ser, y nos quedan dos opciones: o buscamos crear nuestra propia realidad y propósito en la vida, como lo haría un existencialista, o caemos en la desesperanza del posmodernista, que dice que nada hace ninguna diferencia, y en realidad no importa lo que hagamos.
A continuación, veremos lo que puede ocurrir si permitimos que el mundo nos diga que no somos nada más que carne viva, completamente solos en este universo físico.

¿Qué es una ética sin Dios?


Desde el tiempo de los griegos, muchos filósofos han intentado demostrar que es posible tener una moralidad universal sin Dios. Se han presentado muchos argumentos en apoyo de esta posición y, en teoría, podrían tener razón, según lo que uno quiere decir con la palabra universal. Ellos dirían que todo lo que hace falta es un consenso de lo que se considera comportamiento correcto e incorrecto. Su posición, con la que discrepamos, dice algo así:
Primero: Si Dios es necesario para la moralidad, entonces todo lo que Dios considere moral es moral. Por lo tanto, ¿para qué alabar a Dios por lo que ha hecho si Él podría haber hecho lo contrario con la misma probabilidad, y esto hubiera sido tan moral como lo anterior? Si lo que Dios dice vale, entonces si Dios decretara que el adulterio es permisible, sería permisible. Si las cosas no son ni correctas ni incorrectas independientemente de la voluntad de Dios, entonces Dios no puede escoger una cosa sobre otra porque sea correcta. Por lo tanto, si Él escoge una cosa sobre otra, su elección debe ser arbitraria. Pero un ser cuyas decisiones son arbitrarias no es digno de adoración.
Segundo: Si la bondad es un atributo que define a Dios, entonces Dios no puede ser usado para definir la bondad. Si lo hacemos, somos culpables de razonamiento circular. Es decir, si usamos la bondad para definir a Dios, no podemos usar también a Dios para definir la bondad.
Tercero: Si uno no cree en Dios, y  le dicen que uno debe hacer lo que Dios ordena no le ayudará a resolver ningún dilema moral.
Algunos filósofos, por lo tanto, llegan a la siguiente conclusión: la idea de que una ley moral requiere de un legislador divino es insostenible. (1)
¿Cuál debería ser nuestra respuesta como cristianos? Deberíamos señalar a las personas que están de acuerdo con la posición anterior su falta de comprensión, tanto de Dios como de la naturaleza del hombre.?
Dios es el creador y el sustentador de todas las cosas. Ni siquiera seríamos conscientes de nosotros mismos, y mucho menos de lo correcto y lo incorrecto, si Dios no nos hubiera creado a su imagen espiritual y, por lo tanto, con la capacidad de hacer distinciones morales. Lo cierto es que no tenemos ningún punto de referencia para toda esta discusión acerca de la moralidad fuera de lo que Dios revela. Que nosotros discutamos con la fuente de la moralidad equivale a que la arcilla discuta con el alfarero.
Hay filósofos que dicen que el hecho que Dios defina lo que está bien y lo que está mal es arbitrario. Dios no es arbitrario; Él es la fuente de toda vida y, por lo tanto, la fuente de toda verdad. No tenemos ninguna base para entender siquiera el concepto de ser arbitrario si no es por referencia a un Dios que no cambia. Lo que sería un razonamiento circular o arbitrario en discusiones acerca de nosotros se aclara perfectamente al llevar el dilema cerca del punto focal universal y absoluto para toda la creación: Dios mismo.
El segundo problema con estos argumentos es que no reconocen la naturaleza del hombre. Si el hombre no hubiera caído, es decir, si no estuviera contaminado por el pecado, tendríamos un potencial ilimitado para crear un código universal a partir de nosotros. Pero somos personas caídas, cada uno de nosotros y, por lo tanto, incapaces de saber lo que es bueno (Romanos 3:23). Hasta somos incapaces de llevar a cabo lo que sabemos que es bueno (Romanos 7:18-21).
Así que la cuestión de lo correcto y lo incorrecto tiene mucho que ver con el origen de nuestra creencia, y no sólo la sustancia de ella. No importa cuán sinceramente crea que tengo razón acerca de alguna decisión moral, la verdadera prueba está en el origen de esa creencia. Y Dios es el único origen universal y absoluto de toda moralidad.

Planteamiento general de lo “bueno” y lo “malo”, nuestra moral.


¿Es posible La moralidad sin Dios?
El objetivo del sistema de enseñanza elemental en las escuelas es convencer a los estudiantes de que se puede tener un sistema de ética sin creer en Dios. Ahora bien, se puede concordar con los responsables de la educación de que su postura es teóricamente posible, pero un sistema ético como este está cimentado en la arena. No soportaría la prueba del tiempo ni los azotes de la adversidad.
Ejemplo:
La Unión Soviética intentó construir un imperio sobre el ateísmo, y fracasó miserablemente. Hoy vemos en Rusia los resultados de la ética del ateísmo. Uno pensaría que los rusos, después de haber sufrido tanto bajo un régimen totalitario, se esforzarían por hacer lo correcto como reconocimiento por sus nuevas libertades. Muchos lo han hecho, pero hoy Rusia está desgarrada por el crimen, la avaricia, la ilegalidad y la inmoralidad. ¿Por qué? ¿Fue simplemente demasiada libertad, demasiado pronto, o están cosechando aún las recompensas de la ética del ateísmo?
Muchas personas hoy creen que Dios es, en el mejor de los casos, innecesario, y, en el peor de los casos, un capataz intolerante. Dicen que no necesitan de Dios para vivir correctamente, y pueden establecer sus propias reglas para la vida. Vivimos en un mundo obsesionado por los valores personales. Lo que las personas hacen depende de sus valores personales pero, como los valores de cada persona son distintos, no parece haber ningún patrón según el cual podamos vivir todos. La idea misma de basar nuestra moralidad en nuestros valores significa que hemos aceptado la idea de un sistema de ética relativista. Los valores personales han reemplazado el valor de la virtud como el fundamento para el pensamiento ético. Las virtudes hablan de algunas realidades objetivas, pero los valores personales hablan solo de decisiones subjetivas de nuestra voluntad.
Basar nuestras decisiones éticas en los valores personales es problemático. Por ejemplo, ¿las cosas son buenas porque nos gustan o nos gustan porque son buenas? El filósofo alemán Friedrich Nietzche nos diría que algo es bueno porque nos gusta. Según Nietzche, el hombre mismo es el punto de referencia universal y absoluto para toda su vida. “Dios está muerto”, declaró, creyendo que esta liberación de las demandas de cualquier realidad metafísica era una oportunidad para desarrollar su propio sistema de ética basado en su propio conocimiento.
Hoy, el mundo sigue construyendo un sistema ético basado en la tolerancia y la iluminación fuera de Dios. Los hombres han intentado muchas formas de enseñar esta nueva forma de moralidad sin Dios. Hace más de una década, escuchamos constantemente la expresión “aclaración de valores”. Fue un esfuerzo nacional para permitir que los niños fijaran sus propias normas de comportamiento. Resultó ser un desastre, ya que justificaba prácticamente cualquier tipo de comportamiento. Tal vez los educadores ya no usen la expresión “aclaración de valores” livianamente, como lo hicieron alguna vez, pero muchos todavía intentan enseñar un sistema de ética basado en los propios valores del hombre. Estos son valores que están arraigados en el concepto de bienes deseables, es decir, lo que decidimos que es importante para nosotros.
El uso de la palabra “valores” puede tener un contenido objetivo, pero debemos evaluar la fuente de ese “contenido objetivo”, lo cual nos lleva de vuelta a la pregunta pendiente: ¿es posible tener una verdadera moralidad sin una creencia en Dios?
En este ensayo vamos a tratar esta cuestión presentando los argumentos comunes contra la necesidad de Dios, y luego daremos respuestas a esos argumentos.

¿Por Qué las Personas Escogen No Creer en Dios?


Hay numerosas razones intelectuales para no creer en una versión teísta de Dios: el naturalismo, el panteísmo, el deísmo, el problema del mal y otros. Estas, diríamos, sin embargo, son razones secundarias. Debido a que nuestras creencias acerca de Dios (como adultos) comienzan en nuestros corazones y luego influyen en nuestras mentes, las razones mencionadas anteriormente para no creer son secundarias ya que vienen después de otra creencia. La creencia primera es una que nace en el corazón (estructura sentimental). Es una elección de no creer.
¿Cuál es la principal razón para esta falta de fe? La respuesta es la deidad humana. Queremos ser Dios/dioses. Reconocer al Dios, sin embargo, significa una usurpación de nuestra propia "deidad." Subconscientemente, lo sabemos. Subconscientemente, entendemos que una relación con el Dios verdadero resultará en sujeción, y no queremos ser súbditos, sólo queremos ser reyes. Así que, en vez de tener una relación con el verdadero Rey y convertirnos por lo tanto en súbditos, escogemos permanecer como reyes nosotros. Esta elección es, inicialmente, una traición a nuestras creencias intelectuales (comenzamos con la creencia en Dios); sin embargo, después que se ha hecho la elección de corazón, nuestras creencias intelectuales comienzan a cambiar. Asumimos nuevas creencias intelectuales para corroborar la elección de nuestros corazones de rechazar a Dios.
Aun la teología de obras (la idea de que podemos ganarnos la salvación por medio de las obras) es un intento de la deidad humana. En esencia, es aseverar que estamos al nivel de Dios. Nos merecemos la vida y el tener una buena relación con Dios porque somos lo suficientemente “buenos,” “hacemos las obras que le agradan a Él” y apartamos lo mas esencial, la Fe, olvidando que la Fe en el sacrificio redentor de Cristo va unida a nuestra forma de vivir, (nuestras obras) tal y como se muestran en su Palabra y no nuestro propio criterio. Dios no podría ni siquiera pensar en dejarnos fuera. Somos demasiado esenciales. Somos Sus pares. Somos Dios/dioses. Pertenecemos ahí. La reencarnación, también, es una forma de teología de obras. La creencia es que, dada la suficiente cantidad de vidas, lograremos con el tiempo la salvación. Con el tiempo, seremos lo suficientemente buenos como para entrar en el paraíso. Dios había dejado en claro, sin embargo,
La decisión última de ser aceptados o no le pertenece a Él nosotros no somos quien.
Adán perdió la vida para mismo y para su prole. Cuando Dios creó a Adán, puso en el jardín de Edén el “árbol de la vida”. ( 2:9.) El fruto de este árbol no tenía ninguna cualidad intrínseca que impartiese vida; más bien, representaba la garantía de vivir “hasta tiempo indefinido” que Dios otorgaría a aquel que recibiese su permiso para comer del fruto. Como Dios colocó el árbol en el jardín con algún propósito, a Adán sin duda se le hubiese permitido comer de su fruto una vez que hubiera demostrado su fidelidad hasta un grado que Dios considerara satisfactorio y suficiente. Después que Adán transgredió, se le impidió comer del árbol. Jehováh dijo: “Ahora, para que no alargue la mano y efectivamente tome fruto también del árbol de la vida y coma y viva hasta tiempo indefinido...”. Seguidamente hizo valer su palabra; no permitiría que alguien indigno de la vida viviese en el jardín que había sido creado para personas justas y comiese del árbol de la vida. ( 3:22, 23.)
Lo que el hombre necesita para vivir. La inmensa mayoría de los investigadores científicos no solo pasan por alto la razón por la que muere la humanidad, sino, lo que es más importante, desconoce cuál es el requisito principal para alcanzar la vida eterna. Si bien es necesario que el cuerpo humano se alimente con regularidad, respire, beba y coma, hay algo mucho más importante para la conservación de la vida. Jehová hizo referencia a esto en su Palabra al decir: “No solo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. (Dt 8:3.) Jesucristo repitió este mismo principio y dijo además: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra”. (Jn 4:34; Mt 4:4.) En otra ocasión dijo: “Así como me envió el Padre viviente y yo vivo a causa del Padre, así también el que se alimenta de mí, sí, ese mismo vivirá a causa de mí”. (Jn 6:57.)
Paraíso, No Dios
Los seres humanos a menudo quieren un paraíso pero no a Dios. Trabajaremos por un lugar en Su "cielo" pero no queremos conocerlo a Él. Queremos el "cielo", pero no queremos tener nada que ver con su principal Residente. ¿Por qué? Porque entonces nuestra propia "deidad" se vería usurpada. Cuando Dios dice, "Dejen de tratar de ganarse mi favor y sólo acepten mi regalo de la salvación y lleguen a conocerme," nosotros contestamos (mediante una elección de nuestros corazones), "No quiero conocerte a Ti, pero sí quiero los beneficios de Tu favor, así que voy a tratar de continuar tratando de ganarme Tu favor. De esa forma retendré mi propio carácter de rey y todavía seguiré recibiendo los placeres del paraíso." La historia de Adán y Eva lo confirma. Querían el paraíso pero no a Dios, y querían convertirse en Dios.
El problema del argumento anti-teísta del problema del mal es simplemente más de lo mismo. Aquellos que subconscientemente desean, pueden imaginarse y creen en la posibilidad de un mundo perfecto (el paraíso terrenal) igual rechazarán a Aquél que lo ofrece y sin Quien no es posible. El problema del argumento anti-teísta del problema del mal muestra que una persona quiere el paraíso pero no a Dios. Y así, en un intento por "mantener el trono," las personas escogen descreer en Dios en sus corazones “centro de sus motivaciones” (la principal razón para la falta de fe) y reunir luego una munición mental para esta elección. Esta munición intelectual toma la forma de cualquier cantidad de razones (razones secundarias) para no creer en Dios (el argumento anti-teísta del problema del mal es sólo un ejemplo). Estas cortinas de humo son simplemente una justificación de una decisión previa de rechazar a Dios y, en consecuencia, "seguir siendo rey."
El Paraíso Encontrado
La ironía está en que el Dios de la Biblia ofrece su bondad inmerecida a aquellos que se sujetan a Él. Al sujetarnos al Rey Cristo nombrado por su Padre, nos convertiremos en co-gobernantes sobre su reino o como súbditos de ese reino para vivir aquí en la Tierra. Cuando lo rechazamos, sin embargo, nos auto justificamos creyendo que tenemos su beneplácito sin admitir que en la realidad hemos sido rechazados por Él.
Además, sólo aquellos que se sujetan al Rey obtienen el paraíso. Aquellos que quieren seguir siendo reyes, aunque puedan desear, imaginar y creer en la posibilidad de un mundo perfecto, no lo experimentarán. Dios ha dejado en claro (bíblicamente) que aquellos que lo rechacen no obtienen el paraíso - y no tendríamos que esperar que fuera distinto. ¿Por qué dejaría alguien que uno viva en Su hogar (para siempre) si Él supiera que uno lo odiaba secretamente? Él sabe que aunque uno pudiera pensar que quiera Su paraíso, no sería paraíso para uno. Todo en el paraíso le haría acordar de Él. Todo en el paraíso le recordaría de un Rey que está pugnando por su trono. En este caso no sería el cielo sino más bien es un rechazo total.
C. S. Lewis creía que al final sólo habría dos grupos en la humanidad: 1) aquellos que le dicen (o le hayan dicho) a Dios, "Tu voluntad sea hecha"; y 2) aquellos a quienes Dios les dice, "Tu voluntad sea hecha."
El evangelio de Cristo es la prueba decisiva de Dios para determinar en cuál bando caeremos. El mensaje de Cristo es que podemos ser reconciliados con Dios mediante Cristo, mediante su muerte redentora y mediante nuestra fe en esa muerte de sacrificio. El evangelio cristiano es altamente racional. Es una declaración que el Ser perfecto sólo es capaz de una relación perfecta. Logramos esa relación perfecta con Él mediante un apoderado, mediante la obra (ejemplo) de Cristo.
El problema surge, sin embargo, no por la base lógica de este mensaje de evangelio sino sobre el desenlace si uno cree en él. Los seres humanos saben implícitamente que la otra cara del perdón es la reconciliación con Dios; pero muchos de nosotros, tal vez la mayoría de nosotros, no queremos ser reconciliados con Dios. La reconciliación significa la usurpación de nuestro trono, así que ¿por qué tendríamos que estar interesados en el perdón de pecados? No queremos ser perdonados porque no queremos el resultado de ese perdón. No queremos paz con Dios principalmente porque no queremos a Dios. Por lo tanto, la redención de Cristo pierde su significado. Tiene significado sólo para aquellos que ya han decidido renunciar a su propio carácter de reyes y a su "deidad," y que entonces son liberados para sujetarse ante Quien es el verdadero Dios y Rey.
A la vista de las pruebas concluyentes podemos decir categóricamente que las mismas no son un dogma, ni un prejuicio, para quien lo acepte, por el echo de su corroboración demostrada, por lo tanto estas acusaciones de dogmatismo y prejuicioso carecen de fundamento alguno.

DEFINICIÓN DEL SER HUMANO


En el siguiente planteamiento definiremos al individuo interiormente con sus cualidades internas no adquiridas sino más bien como lo que realmente es, su estructura.

LA CONCIENCIA
 f. Conocimiento intuitivo o reflexivo que el sujeto humano tiene de su  existencia, de sus estados y de sus actos, y del medio que le rodea. |  Conocimiento o sentimiento íntimo del valor moral de las acciones humanas.  | Conocimiento preciso y  reflexivo de las cosas.
Sinónimos:
alma, interior, yo, corazón, sentimiento, cabeza; conocimiento, discernimiento, concepción, pensamiento, percepción, noción, idea, juicio; moralidad, escrúpulo, cuidado, reparo, delicadeza, pesar, remordimiento.

MORAL:
moral adj.  Perteneciente o relativo a las costumbres, los actos y los pensamientos humanos, en  especial desde el punto de vista de su bondad o malicia. | Que es conforme  a las costumbres comúnmente aceptadas en una sociedad. | Que se presenta  a la conciencia como algo que se juzga que está bien o mal, con  independencia de que haya o no obligación material. | Que concierne a la  acción o al sentimiento, por oposición a la razón lógica. |  Dícese del conjunto de facultades humanas, por contraposición a lo  físico o material. | Ético. | sentido moral. Capacidad de  discernir entre el bien y el mal para actuar de acuerdo con lo que se valora  como aceptable. | valor moral. Valor de orden espiritual, no  físico. # TEOL. teología moral. Parte de la teología  que trata de la ordenación de los actos humanos hacia su fin  sobrenatural. 
~ f. Conjunto de reglas de conducta consideradas como  válidas con respecto a una norma o un fundamento. | Ética, estudio de  los comportamientos humanos en tanto que están sometidos a un sistema de  valores o de principios. | Estado del ánimo, individual o colectivo. |  fig. Fuerza de espíritu, ánimos, arrestos; capacidad de actuar conforme  a una decisión o necesidad a pesar de los contratiempos y las  dificultades. | DER. INTER. internacional. Conjunto de reglas  no jurídicas respetadas por los sujetos de derecho internacional en sus  relaciones. 

Sinónimos:
morera, zarzamora. _ étiva, filosofía moral, deontología; ánimo, valor. _ serio, severo, juicioso, estricto, ético, espiritual, inmaterial

CORAZÓN:
corazón m. Víscera muscular hueca, situada en el  tórax, y que es el agente principal de la circulación de la sangre. |  fig. Valor, ánimo, coraje. | fig. Benevolencia, amor. | fig. Medio,  centro o núcleo de una cosa. | fig. Objeto al que se da forma de  corazón. | fig. Interior de  una cosa inanimada. | LOC.  abrir el corazón a uno. fig. Quitarle el temor, darle coraje. |  abrir uno su corazón. fig. Entregarse espiritualmente. |  anunciarle, o decirle, a uno el corazón una cosa. fig.  Hacérsela presentir, intuirla. | arrancársele a uno el  corazón. fig. Sentir gran dolor o pesar. | atravesar el corazón  alguna cosa. fig. Mover a compasión, sentir dolor o pesar por algo. |  blando de corazón. fig. Sensible, que de todo se aflige o compadece.  | clavarle, o clavársele, a uno en el corazón alguna  cosa. fig. Provocarle gran dolor o sentimiento. | con el corazón en  la mano. fig. Con sinceridad absoluta. | con el corazón en un  puño. fig. Con angustia o temor. | de corazón. fig. Con  sinceridad. | encogérsele a uno el corazón. fig.  Estrechársele el ánimo. | helársele a uno el corazón.  fig. Quedarse pasmado, perplejo, atónito. | no caberle a uno  el corazón en el pecho. fig. Estar muy excitado o inquieto por un  pesar o una alegría o por la ira. | fig. Ser bondadoso, magnánimo. |  no tener uno corazón. fig. Ser insensible, cruel. |  romper corazones. fig. Enamorar. | tener uno buen  corazón. fig. Ser bondadoso. | tener uno mal corazón.  fig. Ser cruel. | tener uno mucho corazón. fig. Ser noble, bondadoso, magnánimo. | fig. Ser apasionado, valiente.  #  ASTRON. Núcleo. | BOT. Término general utilizado para  designar la parte interna de cualquier órgano u otra porción anatómica  de una planta. | REL. En el Nuevo  Testamento, designa la fuente de las diversas manifestaciones del hombre: lugar escondido; fuente del pensamiento, de la fe, de la comprensión y del  endurecimiento; centro de las opciones decisivas, de la conciencia moral, de la ley no escrita y del encuentro con Dios, el único que puede llegar  hasta su fondo. | TRANSP. de agujas. Pieza formada por la  soldadura de dos cabos de raíl que forman ángulo agudo, que se coloca en desvíos o cruces de vías. | ZOOL. Parte ensanchada, a menudo  provista de musculatura, del vaso sanguíneo principal de un invertebrado,  cuya función es similar a la del corazón de los vertebrados.

Sinónimos:
entrañas, entretelas; amor, voluntad, benevolencia, bondad, solidaridad; interior, alma; centro, núcleo, meollo, médula
Extraido de la Enciclopedia Multimedia Planeta.

Como podemos apreciar estas cualidades son intrínsecas en el ser humano, es el mismo ser, su composición completa, independientemente de su intelecto el cual podemos decir que es la "herramienta" para ampliar el conocimiento.
El corazón además de ser un músculo con una función definida también  adquiere el sentido figurado en el ser humano aludiendo a sus sentimientos internos no adquiridos, el centro de sus motivaciones e núcleo central, de ahí que el apóstol Pablo hiciera alusión a ellas .

Cuando Pablo (en su carta a los Romanos) hablaba del evangelio cristiano, decía que debía ser creído en el corazón (centro de nuestras motivaciones). Es interesante que omitió mencionar la mente en relación con el evangelio. En el pensamiento bíblico, el corazón es el asiento no sólo de las emociones sino de la voluntad. ¿Podría haber querido decir Pablo que creer en nuestros "corazones" es de alguna forma diferente de creer en nuestras mentes?
Es posible que todos los humanos nazcan como teístas, es innato en el ser humano la adoración a algo superior. Llegamos al mundo con la implantación natural en nuestro ser de la existencia de "Dios". El apóstol Pablo habla de este tema como sigue.
  (Romanos 2:14-16) 14 Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, estos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. 15 Son los mismísimos que demuestran que la sustancia de la ley está escrita en sus corazones, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.

El ejemplo de estas palabras las encontramos en los siguientes pasajes.
(Hechos 10:1-2) 10 Ahora bien, en Cesaréa había cierto varón de nombre Cornelio, oficial del ejército de la banda italiana, como se le llamaba, 2 hombre devoto y que temía a Dios junto con toda su casa, y hacía muchas dádivas de misericordia al pueblo y hacía ruego a Dios continuamente.) 
(Hechos 10:4) 4 El hombre lo miró con fijeza y, atemorizándose, dijo: “¿Qué hay, Señor?”. Le dijo: “Tus oraciones y dádivas de misericordia han ascendido como recuerdo delante de Dios.

Debe notarse que Cornelio era gentil, pero en el relato siguiente se demuestra que en su YO INTERNO estaba consciente de la existencia de Dios.

Hechos 10: 1-8 Ahora bien, en Cesaréa había cierto varón de nombre Cornelio, oficial del ejército de la banda italiana, como se le llamaba, 2 hombre devoto y que temía a Dios junto con toda su casa, y hacía muchas dádivas de misericordia al pueblo y hacía ruego a Dios continuamente. 3 Como alrededor de la hora nona del día vio claramente, en una visión, que un ángel de Dios entraba a donde él estaba, y le decía: “¡Cornelio!”. 4 El hombre lo miró con fijeza y, atemorizándose, dijo: “¿Qué hay, Señor?”. Le dijo: “Tus oraciones y dádivas de misericordia han ascendido como recuerdo delante de Dios. 5 De modo que ahora envía varones a Jope y manda llamar a cierto Simón que tiene por sobrenombre Pedro. 6 A este lo está hospedando cierto Simón, curtidor, que tiene su casa junto al mar”. 7 Luego que el ángel que le habló se fue, él llamó a dos de sus sirvientes de casa y a un soldado devoto de entre los que le atendían constantemente, 8 y les contó todo, y los despachó a Jope.

Cornelio no era prosélito del judaísmo, como algunos han afirmado, aunque estaba familiarizado con los escritos de los profetas, daba dones de misericordia a los judíos, temía a Dios, oraba constantemente y usaba el nombre Jehováh. Las Escrituras dan prueba concluyente de que este oficial del ejército era un gentil incircunciso en el más completo sentido de la palabra. Si Cornelio hubiese sido un prosélito, Pedro no habría dicho que para él, un judío, era ilícito asociarse con este “hombre de otra raza”, en vista de lo que estaba escrito en la Ley concerniente al residente forastero. (Le 19:33, 34; Hch 10:28.) De haber sido un prosélito, los otros seis judíos que estaban con Pedro no se habrían quedado “asombrados” al ver que se derramaba el espíritu santo “sobre gente de las naciones”. (Hch 10:45; 11:12.) Además, ¿qué razón habrían tenido los “apoyadores de la circuncisión” para discutir con Pedro este asunto si Cornelio hubiese sido prosélito? (Hch 11:2.)

Es muy importante para nuestro entendimiento, la comprensión sin prejuicios de esta información, por que es el fundamento de lo que es el ser humano, cuando leemos en Génisis que el hombre fue hecho a la semejanza de Dios y el hecho de que Dios derramara su Espíritu sobre un gentil, corrobora plenamente, que el ser humano es consciente de la existencia de Dios.
Para muchos, sin embargo, eso cambia cuando crecemos. ¿Por qué ese cambio?
Cuando somos niños, tenemos un sistema de creencias algo desprejuiciado. Al crecer, esas creencias cambian mediante el prejuicio. Lo que comenzó (cuando éramos jóvenes) como una creencia natural en nuestras mentes "pasa" por nuestros "corazones" (centro de las motivaciones) y vuelve de nuevo a nuestras mentes. Es en nuestros corazones (el asiento de la voluntad) donde podemos escoger creer en algo o no. Aun si hemos creído en Dios en nuestras mentes y corazones cuando éramos niños, mediante nuestra propia elección podemos decidir descreer en Dios más adelante. Esta creencia de corazón entonces afecta nuestro intelecto y se vuelve una creencia intelectual. Este ciclo de descreimiento - que comienza en el corazón y que luego se dirige hacia la mente - creemos que se encuentra en gran medida en relación a la existencia de Dios. Las personas escogen no creer en Dios. En otras palabras, el rechazo de Dios es inicialmente volitivo y luego se vuelve intelectual.